Este párrafo lo escribí en el prologo de
mi novela “El Saltador de Estrellas” y lo pongo como introducción:
“Me
basé en la idea de que todos los componentes y átomos en nuestro Universo
tienen una escala vibratoria, movimiento u onda. Desde la partícula más básica
hasta la misma luz. Todo en nuestro cosmos tiene una vibración; la diferencia
entre muchas de estas, a grandes rasgos, es la velocidad con la cual se mueven
o vibran, o sea, cuán corta o larga son las crestas de la onda. En conceptos de
música o sonido, tengo entendido que esto tiene que ver con cómo suenan las
notas. Incluso sé que, si las crestas están demasiado juntas, el sonido (para
nuestro oído humano) se vuelve inaudible, se convierte en ultra-sonido. Tomando
este principio pensé entonces en el Universo completo y en el balance
intrínseco que existe en éste. Todo está equilibrado en la naturaleza de
nuestro mundo y así mismo lo está en el resto del cosmos. Es en sí, el ciclo de
la vida, un gran movimiento armónico. Si de éste –o incluso del cosmos–
pudiésemos oír o captar el movimiento vibratorio de cada una de sus partículas
interactuando, apuesto que oiríamos una gran melodía cósmica, la música de la
Creación.”
Tratare de explayar mejor esta idea.
Esto, como bien dice el párrafo, se da a
nivel del universo completo contando sus galaxias y a nivel de lo que hoy se
llama física quántica (que toma en cuenta componentes más pequeños que los átomos).
Para plasmar la idea mas claramente sería que el conjunto de elementos que por
ejemplo forman un átomo (protones, neutrones y electrones) tienen cada uno de
ellos un movimiento propio, o sea una vibración y por ende una onda que se
podría traducir en música. Ellos por separado se mueven de una forma y una
velocidad diferente y por ende la música (vibración/sonido) propio que emitirían
sería diferente, pero en su conjunto o sea cuando forman el átomo todos aportan
su porción de la melodía y por ende generan algo nuevo; como la sumatoria de
instrumentos que forman una banda y por ende una melodía diferente a la que
cada uno hace por separado.
Este concepto se podría aplicar a toda
la escala como bien dije al principio. O sea que el conjunto de átomos que
forman una molécula formarían una melodía (o banda) nueva. Por su parte el
conjunto de moléculas tendrían una melodía nueva (lo que llamamos proteínas) y así sucesivamente hasta
alcanzar la escala del cosmos completo y como en el conjunto de todos los instrumentos
se forma una orquesta estos tocan así música cósmica.
Pero quiero detenerme en el proceso del
ser humano. Si nosotros también somos partes del cosmos aunque a veces queramos
negarlo o peor sentirnos superiores y por ende por encima de todo. Nosotros
también estamos compuestos de todos estas partículas, átomos y moléculas que de
por si tienen su propio movimiento. Todas están tan equilibradas y suenan (por
así decirlo) tan en armonía que pueden formar un cuerpo humano y permanecer en
ese estado a lo largo de toda una vida. Lo único que se necesita es que se
mantenga con energía, aquello que le proporciona el movimiento a las partículas
y por ende pueda continuar la música sonando (por así decirlo).
Por ende nosotros tenemos nuestra propia
música. Pero como todo instrumento podemos comenzar a desafinar. Continuando
con la idea, cuando somos niños sabemos entonar mejor la melodía, pero a medida
que vamos creciendo podemos comenzar a desafinar y como todo instrumento
mientras mas se usa (y si se llega a tocar peor) mas desafina. Esto si no nos
tomamos el trabajo de afinarlo regularmente como se hace con los instrumentos.
¿Cómo se hace esto? Simple, con el mejor
diapasón que tenemos, nuestro propio corazón. Escucharlo en silencio es la
forma en la que podremos encontrar el tono correcto de nosotros mismos.
Hay que tener en cuenta que espíritu y materia
no van por separado en el hombre (a pesar que parece que en occidente nos
esforzamos por romper esta unión constantemente). Por ende es de esta forma que
iremos logrando la armonía, la melodía de nuestro propio interior.
Hay que tener en cuenta, que como dije
al principio, el conjunto de los más pequeños forma una nueva melodía y así
funciona también entre las personas. Tomando en cuenta por ende que cada uno de
nosotros sea o funcione como un instrumento de una orquesta, dependiendo si
afina o desentona, si es grave o agudo, si suena mas dulce u oscuro será la
música que produzca a su alrededor y de ahí la que escuchara el resto (incluso
si no es del todo consiente al percibirla). De ahí que si nosotros entonamos se
les va a hacer más fácil a quienes estén a nuestro alrededor afinar y por el
contrario si nosotros desentonamos los otros seguramente desafinaran en
conjunto con nosotros porque es más difícil seguir la música principal cuando
mi rededor es confuso.
De aquí tenemos que tomar en cuenta que
si cada uno toca una melodía diferente es el conjunto de nosotros en nuestra
totalidad lo que hace que el mundo suene como lo hace hoy.
He aquí entonces que si queremos un
mundo mejor debemos comenzar a afinar nuestro interior porque dependiendo de la
melodía que este emita será la música que suene a nuestro alrededor; y así
transformando nuestro interior transformaremos nuestro rededor.