¿Y si el cielo o el infierno se revelan
día a día en nuestro interior?
¿Y si no hay que esperar a la muerte
para habitar en ellos?
¿Tal vez ese sea el secreto?
Ambos pueden estar dentro nuestro
ahora mismo y nosotros ignorarlo.
Pero siempre algo intuimos
a pesar de muchas veces acallar
nuestra propia conciencia que nos habla,
no, mejor dicho que nos grita
en cual de los dos estamos habitando.
¿Tal vez eso sea lo que suceda al final?
Cuando abandonemos nuestro cuerpo
se develara lo que hay en nuestro interior
de una vez y para siempre.
Y así será que lo que hayamos sembrado allí
en esta vida terrenal florecerá en la otra.
Trigo o cizaña, al fin de cuentas es nuestra elección.
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