Cuando en el río de tu vida caiga una piedra
y sientas que tus aguas se sacuden,
que éstas pierden su cristalino reflejo
para convertirse en una violenta columna de agua
que se alza hacia los cielos.
Cuando el arrullo de su avance hacia el mar sea acallado
por el estruendo que produjo la roca al impactar
no pierdas la calma pensando que jamás
ha de regresar la dulzura que antes te habitaba.
Por el contrario, busca serenarte
recordando como se comporta el río.
Como éste al recibir el impacto no opone resistencia
sino que deja que la piedra rompa su suave superficie
y penetre en su cause.
Luego el agua que se haya elevado hacia el cielo
volverá a caer hacia el río retomara su cause
y al poco tiempo la calma regresara.
Lo que cambiara será que una nueva piedra
adornara el lecho del río, pero esta también
será suavizada y moldeada por las caricias del agua.
Y al final el arrullo del río se volverá a escuchar.
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