martes, 18 de diciembre de 2012

Montañas y valles


“Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. Los valles serán rellenados, las montañas y las colinas serán aplanadas. Serán enderezados los senderos sinuosos y nivelados los caminos desparejos. Entonces, todos los hombres verán la salvación de Dios”. (Lc 3, 4-6)

Y las palabras quedaron rebotando en mi cabeza y de golpe entendí que la última frase era literal, que “todos los hombres verán la salvación de Dios”. Y entonces me maraville, pero al instante dude, ¿cómo era esto posible si muchos en el mundo parecen no merecer la salvación? Y mi mente volvió hacia atrás en el texto, “Los valles serán rellenados, las montañas y las colinas serán aplanadas.” Y ahí pude comprender, cuando mi corazón se abrió, que unos éramos valles y otros montañas, que unos éramos deudores y otros tenia de más. Lo vi en mi propia historia y en el reflejo de la vida de mi hermano Ignacio, él no tenía por qué vivir lo vivido, por qué sufrir lo sufrido pero lo hizo y lo hizo con amor. Entrego cada segundo de su corta vida con amor y mientras más el dolor y la muerte se acercaban a su encuentro esa entrega era mayor. Por otra parte, yo que no caminaba por su sendero me hundía en mi propio valle y allí dentro en mi abismo. Pero su forma de vivir y su ejemplo fue lo que a mí me llevo salir de mi propio abismo. Él con su sacrificio, su cuota a favor, su montaña, relleno el valle de mi vida. Entonces comprendí que esto será para toda la humanidad a lo largo de toda la historia humana y que recién cuando la deuda de todos los seres humanos de cero “todos los hombres verán la salvación de Dios” y este mundo como lo conocemos acabara.

Al principio quise resistirme a esta idea, dentro mío dije “no, no puede ser, no sería justo”, pero mi corazón me decía que me equivocaba al negarme a aceptarla. Y pregunte ¿cómo es esto posible? Y entonces vi que en esa entrega no había nada más y nada menos que puro amor y por ende quienes daban a quienes no tenían aquello que les sobraba para entrar al Cielo hacían en si una entrega total que no generaba deudas ni ataduras y de esta forma lo hacían por Dios y en este acto y en esta entrega generosa de las recompensas y del pago de las deudas estaba plenamente reflejada la voluntad y misericordia real de Dios. Y entonces me sentí muy, pero muy pequeño…

2 comentarios: