miércoles, 26 de diciembre de 2012

¿De dónde salen las lágrimas…?


¿De dónde salen las lágrimas,
si es que supuestamente no existe el alma?
¿De dónde salen las lágrimas,
si es que no somos más que monos sin pelo y que usamos armas?
¿De dónde salen las lágrimas,
si es que sólo somos un cumulo de carne, tripas y grasa acumulada?
¿De dónde salen las lágrimas,
si no hay nada más que se quiebre en nosotros que huesos y uñas?
Si no se rompe el alma… ¿de dónde salen las lágrimas?

martes, 18 de diciembre de 2012

Montañas y valles


“Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. Los valles serán rellenados, las montañas y las colinas serán aplanadas. Serán enderezados los senderos sinuosos y nivelados los caminos desparejos. Entonces, todos los hombres verán la salvación de Dios”. (Lc 3, 4-6)

Y las palabras quedaron rebotando en mi cabeza y de golpe entendí que la última frase era literal, que “todos los hombres verán la salvación de Dios”. Y entonces me maraville, pero al instante dude, ¿cómo era esto posible si muchos en el mundo parecen no merecer la salvación? Y mi mente volvió hacia atrás en el texto, “Los valles serán rellenados, las montañas y las colinas serán aplanadas.” Y ahí pude comprender, cuando mi corazón se abrió, que unos éramos valles y otros montañas, que unos éramos deudores y otros tenia de más. Lo vi en mi propia historia y en el reflejo de la vida de mi hermano Ignacio, él no tenía por qué vivir lo vivido, por qué sufrir lo sufrido pero lo hizo y lo hizo con amor. Entrego cada segundo de su corta vida con amor y mientras más el dolor y la muerte se acercaban a su encuentro esa entrega era mayor. Por otra parte, yo que no caminaba por su sendero me hundía en mi propio valle y allí dentro en mi abismo. Pero su forma de vivir y su ejemplo fue lo que a mí me llevo salir de mi propio abismo. Él con su sacrificio, su cuota a favor, su montaña, relleno el valle de mi vida. Entonces comprendí que esto será para toda la humanidad a lo largo de toda la historia humana y que recién cuando la deuda de todos los seres humanos de cero “todos los hombres verán la salvación de Dios” y este mundo como lo conocemos acabara.

Al principio quise resistirme a esta idea, dentro mío dije “no, no puede ser, no sería justo”, pero mi corazón me decía que me equivocaba al negarme a aceptarla. Y pregunte ¿cómo es esto posible? Y entonces vi que en esa entrega no había nada más y nada menos que puro amor y por ende quienes daban a quienes no tenían aquello que les sobraba para entrar al Cielo hacían en si una entrega total que no generaba deudas ni ataduras y de esta forma lo hacían por Dios y en este acto y en esta entrega generosa de las recompensas y del pago de las deudas estaba plenamente reflejada la voluntad y misericordia real de Dios. Y entonces me sentí muy, pero muy pequeño…

jueves, 6 de diciembre de 2012

Semilla de amor

Cuando el hombre llega a este mundo
se siembra en su pecho una semilla de amor.
A medida que este crece es su labor evitar
que la tierra en la que fue sembrada la sofoque
y por ende le impida germinar.
Si logra este milagro difícil de alcanzar
comprenderá que aquella pequeña semilla
ya no es tal sino que ha logrado brotar.
La misma comenzara extender
sus raíces y ramas dentro y fuera de él
transformando tanto su interior como su exterior.
Para cuando lleguen los días finales de su vida
si ha logrado prosperar esa semilla de amor
en su interior, se habrá transformardo por completo
de tal forma que para cuando caiga la cascara seca
de su cuerpo surgirá de ella un nuevo ser.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Jugar a las escondidas

He tocado tu alma sabiendo de sus espinas y sus llagas.
Y me preguntaste, “¿por qué lo hiciste?”
Como no hacerlo, si estabas allí sola como una niña
jugando a las escondidas tras una pared de papel.
Y yo te veía tratando de ocultarte de mi vista
como si creyeras que lo que te ocultaba
era suficiente para confundirme,
cuando la que parecía confundida
en su propio escondite eras vos.
Lo cierto es que apenas cante piedra libre te asustaste
y quisiste aferrarte a tu escondite.
Entonces te dije “Yo no te voy a lastimar”,
ahí estire mis manos tome las tuyas
y te ayude a salir de tu escondite.
Una vez afuera con una lágrima
colgando del borde de tus labios
me preguntaste nuevamente,
“¿por qué lo hiciste?” y yo respondí:
“Porque todos juegan a las escondidas,
pero se olvidaron de designar quien debía buscar…”