El
otro día hablando con una persona le dije que uno no necesita internarse en un monasterio
para comprender las cosas del espíritu. Si uno lo ansia lo suficiente aprenderá de cualquier cosa cotidiana e incluso mundana los secretos del espíritu porque
todo esta impregnado del él.
Trato
de vivir mi vida de esta forma, buscando comprender todo lo que puedo,
encontrando el sentido a todo lo que existe a mí alrededor y aprendiendo
incluso de las pequeñas cosas que me rodean.
Hoy
pude comprobar de un modo especial esta forma de vivir, hoy mi maestra fue una
taza de café. Luego de tenerla en mi mano camine de regreso a mi oficina por el
pasillo. Nunca fui bueno para mantener el equilibrio de las cosas con liquido,
me hubiese muerto de hambre como mozo, por ende concentre mi completa atención
en mantener la taza con el menor movimiento posible. Por extraño que pareciera
mientras mas esfuerzo ponía en ello más se movía el líquido dentro de la taza
al punto de estar por desbordar y yo en consecuencia más lento caminaba. Por
unos segundos comencé en un tironeo interno entre caminar mas rápido o lograr
mantener el liquido dentro de la taza. Luego recordé unas palabras que me había
dicho un mozo hacia un tiempo, “mientras mas te concentras en la taza peor es,
camina sin mirar la taza y vas a ver como no derramas liquido”. Acto seguido
puse a prueba esto y comprobé instantáneamente que el mozo tenia razón. Mi
temor y curiosidad me llevaban a mirar la taza de reojo y vi así que realmente
el líquido se movía menos que antes cuando yo ponía en ella toda mi atención.
Comprendí ahí lo que sucedía, mientras yo miraba fijamente la taza y su
contenido buscaba mantener en el mismo punto a ambos, que todo este fijo, que
todo este quieto y por ende buscaba con mi vista fijar la taza cosa que lograba
y al hacerlo el liquido mas se movía, porque en realidad el resto de mi ser al
caminar era lo que se movía, todo se movía, menos la taza en relación a mi
vista. Entonces comprendí que cuando hacia como me había sugerido el mozo y no
observaba la taza mi mano sola compensaba el movimiento de mis pasos en
relación al peso de la taza mas el liquido y por ende este se movía dentro de
la misma, pero mucho menos de lo que lo hacia cuando yo buscaba dejar quieta la
taza. Por ende al permitirle un pequeño movimiento, el movimiento del líquido
se reducía. Entonces entendí que esto mismo era lo que me sucedía con mi
interior, cuando me enfocaba en mantener el statu quo, el control de mi ser,
todo parecía agitarse por dentro, todo se movía mas, pero si observaba el
problema de reojo este simplemente se equilibraba solo, mi propio ser
encontraba el equilibrio mas fácilmente si yo le daba cierta libertad de
acción, si yo simplemente soltaba algo del control que pretendía tener.
Es
por esto que, como dije antes, hoy mi maestra fue una taza de café.