Quién no se tiene, tiene
y como un niño
que esta aprendiendo a caminar
se va agarrando de las cosas
por inseguridad,
por miedo a caerse.
Y entonces llena su alma de ellas
como si fuera un desván
para guardar cosas viejas.
Tanto la atiborra de estas
que poco espacio queda para el amor
y si algún lugar queda
esta más bien reservado para el temor,
para el miedo a perder esas cosas
que ya lo integran.
Por el contrario,
quien no tiene, se tiene
y como un niño
que aprendió a caminar,
se lanza a correr y a jugar
por la vida sin miedo a caer
incluso al trepar el árbol más alto.
Y entonces no se aferra a nada,
su corazón esta libre
y se llena del perfume del amor
como lo hace una habitación vacía
al abrir sus ventanas en primavera,
justo a la mañana.
Y así su alma canta de alegría,
aunque no tenga nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario