martes, 26 de marzo de 2013

¿Cuán grande es nuestro corazón?

¿Cuántas veces hemos
escuchado decir o incluso hemos dicho
“te amo con todo mi corazón”?
¿Cuántas veces nos hemos defraudado
ante estas palabras o hemos sido
quienes han defraudado?
Entonces me pregunto,
¿son ciertas estas palabras
cuando las decimos
o simplemente mentimos?
Pero la mayoría de nosotros
creemos en nuestras propias palabras
cuando las decimos,
por ende no mentimos.
No al menos a quien es objeto
de nuestro afecto en ese momento.
¿Por qué entonces de golpe las palabras
parecen llevárselas el viento?
¿Por qué entonces cuando apenas aparece
la primera dificultad salimos corriendo
al ver que quien hemos dicho amar
no satisface todos nuestros deseos?
¿Es acaso entonces que el problema
no es si nuestras palabras,
“te amo con todo mi corazón”,
son verdad o no; sino que el problema
de hecho es que son verdad
y el verdadero drama es que
en la mayoría de los casos
amamos con todo nuestro corazón,
pero este por lo general
es muy pequeño como para
amar a otro ser por completo?

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