Camina por el mundo como si nada te atase a el y al mismo tiempo hazlo como si todos los seres humanos lo hicieran al lado tuyo.
Deslízate por la tierra casi como un suspiro, tocando todos los oídos y no quedándote en ninguno.
Atrévete a probar todas las cosas, pero recuerda que hay algunas prohibidas y siempre es por una buena razón.
Recuerda que los árboles grandes y fuertes no seden al viento, en cambio los pequeños danzan con las tormentas y así nunca se quiebran.
Agradece todo lo que recibas, incluso aunque muchas veces sea malo, ya que si logras aprovecharlo se convertirá en un tesoro para siempre.
Toma lo que necesites para vivir y el resto esta siempre dispuesto a dejarlo, ya que nunca sabes cuando tendrás que remontar el vuelo.
Danza por la vida siempre con los ojos de un niño, observándolo todo dispuesto a aprender y aprendiendo de todos los que no estén dispuestos a hacerlo.
Toma la vida en tus manos como un gran enigma a ser resuelto y así disfrutaras cada momento, muchas veces incluso los amargos.
Siempre conserva tu corazón humilde, el te llevara por el recto camino, incluso aunque parezca torcido.
Trata de mantener tu conciencia en paz, ya que no hay dinero en el mundo que pueda comprarla una vez que la hayas perdido.
Paga tus deudas en forma y en término para que no te creen cadenas con nadie, pero menos aun contigo mismo.
Comparte siempre las alegrías, pero más aun las tristezas, porque al compartirlas las primeras se multiplican y las segundas se dividen.
Trata de aliviar algo de dolor siempre que puedas, más aún si es el de un completo extraño. Nada llenara más de felicidad tú alma que su agradecimiento una vez que hayas secado sus lágrimas.
Busca siempre el sentido final de tu existencia, y aunque no lo halles sabrás que has hecho tu mejor esfuerzo.
Nunca le temas a la muerte, pero tampoco la busques.
Si ella llega a tocar tu puerta, ábrele sin miedo ya que nunca viene fuera de término.
Hazla pasar a tu casa, preséntale tus armas, tus heridas y tus batallas.
Guárdate de ser pretencioso delante de ella, simplemente dile:
“He aquí mis victorias y mis derrotas. Son tanto las unas como las otras y por lo tanto no puedo decir que he ganado la batalla. Solo puedo afirmar que he combatido con mi mayor esfuerzo…”
Entonces ella sonriéndote dulcemente sin decir nada te ofrecerá tomar su mano y te invitara a partir de este mundo.
Tómala y síguela sin miedo hacia lo desconocido, ya que aunque creas que del otro lado solo están las sombras de su abrazo eterno y nada más, aunque más no sea allí encontraras paz a todas tus batallas.
Si haces esto sabrás que, aunque no haya recompensas en el más allá, tu vida no ha sido un desperdicio y entonces podrás cerrar tus ojos en paz.