Cuando la muerte toque
la puerta de mi casa
mi alma saldrá a jugar.
Danzara libre sobre
nubes anaranjadas y se diluirá
en el rocío de la mañana.
Jugara a las escondidas
en los oídos de los niños,
incluso en los de aquellos
que dicen haber crecido.
Y verterá colores desde
el centro de su pecho
para pintarles sueños
a quienes los hayan perdido.
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