Puse
todo mi empeño, todo mi amor,
mi emoción
y mi mente en este poema,
en ésta
pequeña creación.
En él,
vi reflejado al Señor.
Si para
mí es posible dar lo mejor
en algo
tan efímero como una oración,
sin
embargo, no me atrevo a su destrucción.
No
puedo quemar aquello que escribo,
no puedo
dejarlo en el olvido.
Porque
al mirar aquello que de mí ha salido,
nace un
brillo, un deleite al verlo vivo.
Si yo
no puedo matar
siendo tan
pequeño y efímero,
cuanto menos
hará con el hombre,
el Poeta
Divino.