¿Quién
sabrá disfrutar más de un vaso de agua,
el hombre
que posee una fuente en el jardín de su casa
o quién
lleva una semana vagando por el
desierto?
¿Quién se saciara
más con un solo bocado,
el hombre
que tiene su plato lleno todos los días,
tanto que
tira lo que le sobra a sus perros
o aquel que
quisiera calmar su hambre con lo que comen estos?
¿Quién
podrá agradecer con lágrimas en los ojos habitar en el Cielo,
un ángel
que no experimentado otro estado que la felicidad eterna de su alma
o un hombre
que ha caminado los senderos de este mundo
y por ende
conoce el dolor, la soledad y la muerte?